viernes, 3 de octubre de 2014

Postularse es gratis

En 2007, cuando finalmente me gradué y comencé a postularme a becas internacionales, pensaba que una entrada llamada “Forastero 2.0” sería ideal para comunicar a mis millones de lectores que me iba a estudiar y que cerraba el blog, evadiendo el hecho de que por aquella época estaba decayendo en calidad y frecuencia de publicaciones. Como al final de ese año no se recibió la buena y esperada noticia de una aceptación, me quedé con la entrada sin escribir y las ideas abarrotadas se perdieron sin haberse usado, como aquellos computadores que llegaban a las escuelas rurales hace 10 años.

Durante los siguientes años, la premisa que guió mi proceder frente a las becas internacionales fue “postularse es gratis”, y animado por el hecho de que mis trabajos entonces eran de aquellos que podíamos calificar de tremendamente indignos, allí me vi mandando mi postulación a cuanto programa se ajustara a mi perfil, en áreas tan disímiles como desarrollo rural o enseñanza de español como segunda lengua y a países de los que acaso conocía su nombre y su ubicación en el mapa.

Año tras año, dedicaba un buen tiempo a escarbar, comparar y analizar las becas disponibles y a mandar mi documentación mientras soñaba 400 maneras diferentes de explorar y recorrer esos países, para semanas después bajarme de los buses a los que me había montado cuando recibía los mensajes de haber sido rechazada mi postulación. 

Con el paso de los años, el empleo felizmente mejoró y el pulso “trabajar o estudiar” lo iba ganando el trabajo (no solo por la urgencia del sueldito sino porque no dejaba tiempo para estudiar). El haber sido jefe de personas con posgrado sin yo mismo tener uno y el haber logrado tener buenos cargos con mi solo nivel profesional me hicieron dilatar todo este tiempo la decisión de invertir mi ahorro o mi patrimonio en posgraduarme, y me hicieron replantear el verdadero objetivo que se persigue con esta formación avanzada. En todo caso, a final de año empezaba mi búsqueda de becas, pues “postularse es gratis”.

2012 llegó mi vida con el regalo del tiempo libre (Tuve varios de esos “trabajos indignos” sin tener la urgencia de tener más ni tenerlos todo el tiempo), y 2013 llegó con el mejor trabajo que he tenido. Las ganas del posgrado perdían fuerza, pero una vez más, “postularse es gratis” y seguí mandando el paquetico de documentos que tenía armado tiempo ha. Finalmente este año, y a una edad superior a la que yo consideraba ideal para irse por ahí a recorrer el mundo, la por siete años anhelada noticia finalmente llegó: “Usted ha sido admitido”, y yo mentalizándome para decir un año más, como los anteriores siete, “Al cabo que ni quería”. Me cogió fuera de base

La beca en cuestión es justamente la del mejor programa de todos a los que me postulé en estos años, no solamente por la cantidad de dinero (que es muy buena) ni por el esquema de movilidad (que la hace muy interesante) ni porque llegue en el momento preciso de nuestras vidas para que mi pelirroja pueda acompañarme (que la hace espectacular) sino porque es justamente en el tema en el que he venido trabajando aún desde antes de graduarme y en el que mi experiencia se hace muy relevante, evitándome el hecho de tener que comenzar de cero a aprender algunos temas y de tener luego que conciliar el posgrado con el pregrado y mi experiencia.



En resumen, haré algo que siempre me ha gustado (aprender), lo haré en ciudades y países diferentes, obtendré un título de maestría y me pagarán por ello. Ahora sí: a reír, correr, cantar, montar en bicicleta y hacer lo que se me dé la forastera gana.