Este es el perfil de ruta del viaje entre Bogotá y Manizales. Es a mi juicio el viaje más molesto de cuantos conozco en mi país: más de 200 kilómetros de curvas cerradas y sucesivas capaces de marear a cualquiera, con abismos impresionantes de un lado y barrancos inestables (que fácilmente generan derrumbes) del otro. Súmale a esto el frío del páramo, la niebla y si tienes la suerte de tener lluvia y viajar de noche, ya estás viviendo una auténtica travesía.
Yo he hecho ese viaje (en uno u otro sentido) más de 80 veces y ya estaba inmunizado contra la sensación de miedo de hacerlo. Hacer ese viaje rgeneraba la misma inquietud que montarme en un bus hacia el centro o montarme en un avión para Riohacha. Esto de forastear le había quitado cualquier emoción (mala o buena) a cualquier viaje posible y todo marchaba bien.
Pues bien, en el último viaje se unieron todos los elementos desfavorables: noche, lluvia, niebla, noticias recientes de buses caídos al abismo y una necesidad tremenda de saber que nada malo iba a pasar. De repente, y contra las tendencias de los últimos años, no quería correr ningún riesgo porque necesitaba mantenerme sano y salvo para continuar con lo que venía haciendo. Mucho tiempo anduve sin las precauciones que muchos toman y eso era debido, precisamente, a que uno de forastero se anda sin cuidado de mantener los lazos creados, y largarse de un lugar era tan fácil como desearlo, punto.
El insufrible viaje y el miedo a los peligros me pusieron en evidencia que ya no estaba controlando las habilidades de los forasteros y ahora resultaba con la angustia de la separación y aferrándome a los lazos que me une a mi gente como el náufrago a la tabla que no lo deja hundir. También resulté pensando que nada malo me puede pasar porque mucha gente me espera, confía en mí, en lo que he dicho, con lo que me he comprometido. No lo lamento en absoluto, pero se sienten raras estas ataduras, aparecidas tan repentinamente.
Entonces me pregunto si ya se acabó todo este cuento del forastero y si de repente dejé de serlo. No lo lamentaría, aunque se ha escrito mucho por aqui como para que deje de ser válido así como así.
Yo he hecho ese viaje (en uno u otro sentido) más de 80 veces y ya estaba inmunizado contra la sensación de miedo de hacerlo. Hacer ese viaje rgeneraba la misma inquietud que montarme en un bus hacia el centro o montarme en un avión para Riohacha. Esto de forastear le había quitado cualquier emoción (mala o buena) a cualquier viaje posible y todo marchaba bien.
Pues bien, en el último viaje se unieron todos los elementos desfavorables: noche, lluvia, niebla, noticias recientes de buses caídos al abismo y una necesidad tremenda de saber que nada malo iba a pasar. De repente, y contra las tendencias de los últimos años, no quería correr ningún riesgo porque necesitaba mantenerme sano y salvo para continuar con lo que venía haciendo. Mucho tiempo anduve sin las precauciones que muchos toman y eso era debido, precisamente, a que uno de forastero se anda sin cuidado de mantener los lazos creados, y largarse de un lugar era tan fácil como desearlo, punto.
El insufrible viaje y el miedo a los peligros me pusieron en evidencia que ya no estaba controlando las habilidades de los forasteros y ahora resultaba con la angustia de la separación y aferrándome a los lazos que me une a mi gente como el náufrago a la tabla que no lo deja hundir. También resulté pensando que nada malo me puede pasar porque mucha gente me espera, confía en mí, en lo que he dicho, con lo que me he comprometido. No lo lamento en absoluto, pero se sienten raras estas ataduras, aparecidas tan repentinamente.
Entonces me pregunto si ya se acabó todo este cuento del forastero y si de repente dejé de serlo. No lo lamentaría, aunque se ha escrito mucho por aqui como para que deje de ser válido así como así.
7 comentarios:
Es mejor solo que andarse apegándose a la gente. Nadie lo espera a uno en ningún lugar. es mejor ser forastero siempre. Acompañado de vez en cuando y solo permanentemente. Todos los lazos se rompen.
Pues ese había sido el juego, Anónimo, pero de repente parece como si me hubieran cambiado el campo de juego
Y qué tal que esté dejando de ser forastero por gente que también lo sea y usted lo ignore. ¿Qué va a hacer cuando le digan: "Hasta luego forastero"?
lo peor que podría hacer sería intentar retenerlos. Sería absurdo cometer el error que otros cometieron conmigo.
Lo que sí podría hacer sería mostrarme muy agradecido, como ya lo expliqué en la entrada "Baila la maga", o como Ricardo Fuentes cuando canta "Muchas gracias corazón"
Pues de agradecidos deprimidos está lleno el mundo ¡Mejor NO!
Problema de ellos
Yo feliz de hacer lazos en tierras desconocidas para así tener más lugares para volver y más caras amables a las que sonreir.
Ese trayecto a Manizales lo hice una vez y cai me muero de náuseas y/o por un conductor de flota muy irresponsable... por allá tengo a una hermosa primita muy chiquita.
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