sábado, 4 de julio de 2009

Gracias por la Aventura

Gracias por la aventura,
ahora vé por más.
Ellie
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La imagen de Carl Fredericksen viejo, cansado, huraño, casi hastiado de todo, negándose a salir de la casa en la que ha vivido casi toda su vida puede no encajar con la etiqueta de forastero con la que marco a algunos personajes que traigo al blog. Sin embargo, el buen Carl hace una tremenda, deliciosa y rejuvenecedora travesía, con el más puro y explícito deleite por cada uno de los momentos y situaciones que pasan, sean adversas o felices, y por eso hoy quise hablar de él.

No me estoy refiriendo (como podría suponerse) a su travesía con los globos izando su casa y todo el periplo para regresar, ni al metafórico viaje interior que haya hecho para rejuvenecerse lo suficiente como para tener el impulso de perseguir un sueño y no parar hasta lograr alcanzarlo. La gran travesía no se muestra en la película: se trata de un recorrido de años por todos los laberintos y vericuetos que puedan caber en su casa, en la convivencia con Ellie, vagabundeando a su antojo y persiguiendo su sonrisa.

A veces un forastero puede pensar que un viaje de aventura tiene que ser estridente, extenuante, que se mide en miles de kilómetros, en miles de fotografías tomadas, en cicatrices, souvenirs, o cualquier otro indicador igualmente trivial, pero esta película muestra que no se necesita toda esa parafernalia para vivir el mejor viaje de aventuras. En mi caso, la aventura del Colono se nos ha puesto muy sabrosa, y hay montones de motivos para agradecerle a mi pelirroja por eso.

Recuerdo lo que dijo Eduardo Galeano en su relato El Camino de Jesús, cuando hablaba de Jesús Babío, un obrero que había recorrido cientos de poblados, ciudades y países:
Yo anduve muchos caminos (...) pero sepa usted, vaya sabiendo, que todo lo que hay para ver en el mundo, y en el alto cielo, pasa por ese caminito ahí.
Para Ellie, que siempre soñó con recorrer el mundo, visitar las cataratas y vivir cientos de aventuras, que dibujaba de niña los lugares que iba a conocer y que reservó las mejores páginas de su libro para todo lo bueno que iba a vivir, todo lo que valía la pena ver y vivir estaba en su casa, a su lado. Por eso su epígrafe de despedida es tan conmovedor (a mi juicio, la mejor parte de la película), y es el mismo que todos los días quiero decirle a mi pelirroja:

¡¡Gracias por la aventura!!

4 comentarios:

juyou dijo...

llegue por casualidad y me encantó tu espacio, muy original, seguiré visitandote-

MIRANDA dijo...

Hola paulo, me gustó el texto que escribiste sobre "Gracias por la aventura", soy atu fiel seguidora.

saludes

Náyade dijo...

Bonito, bonito lo que escribiste. Realmente la aventura ha sido maravillosa y lo mejor de ella es que apenas comienza.

Un beso

Anónimo dijo...

Qué buena entrada,viejo. Yo quisiera encontrar una Ellie. Las pinches viejas que he tenido son unas muzarañas. No saben lo que nos gusta y odian estar en la casa,ni saben tender la cama, las pinches. Cuando no tenía dinero salían espantadas y cuando tuve para mantener a una, se largó con todo. Nacen dañadas las condenadas además de incompletas. Pero leí la entrada y me entran ganas de tener una aventura así.
Simón Ávila