La realidad siempre supera a la imaginación (y que lo digamos nosotros, los que vivimos en Macondo) y eso es quizá la razón por la cual la película Cinderella Man NO es simplemente una recurrente serie de clichés, situaciones predecibles y sin ninguna sorpresa o expectativa, o una más de esas películas de boxeadores y luchadores cortadas con la misma tijera y con actores del corte Jean Claude Van Damme o Steven Seagal.
Si me hubieran dicho "Vamos a ver una película sobre un boxeador", rápidamente habría previsto la trama: Tome un muchacho pobre de buen corazón que lucha para salir adelante y vencer las dificultades y a quien de repente se le aparece la oportunidad de pelear por el campeonato mundial (o alguna gloria menor) contra el peleador más malo y despiadado que ha dado la historia. Al final gana contra todos los pronósticos, no sin antes sentirse al borde de la derrota o de la muerte y verse insprado por las palabras y las lágrimas de su hermanita menor, sus hijos, su novia, etc. También hace parte de este chasís el entrenador-maestro y alguna situación política, económica, disciplinaria o criminal que arrincone al héroe contra las cuerdas. Añada tres o cuatro personajes estereotipo más (El magnate de las luchas, el amigo que no pelea, dos o tres víctimas anteriores del malévolo rival...), Decore con una escena de sexo o una escena sensiblera y llorona (según su preferencia), cocine durante 100-120 minutos y sirva ese bodrio que alguien se lo tragará.
Efectivamente, todas esos ingredientes están presentes en la Película Cinderella Man, y sin embargo no quedé con la sensación de haberme aburrido por un guión predecible porque, precisamente, es una historia real, y cuando es real los clichés dejan de serlo. Al comienzo de la película se cita un comentario que dice No existe en toda la historia del boxeo una biografía tan inspiradora y emotiva como la de James J. Braddock, y esta aclaración nos borra el prejuicio aquel que me hizo escribir el segundo Párrafo.
Cuando uno busca un poco más, se da cuenta de que James Braddock es una de las grandes leyendas del boxeo mundial (Aqui nunca ha habido la afición fervorosa de los EEUU), tiene su Sitio Oficial en el que puede verse la documentación gráfica, las estadísticas y una biografía más amplaida que lo que muestra la película. James Braddock es, efectivamente, el muchacho pobre que busca salir adelante con el boxeo en medio de los años duros de la gran depresión. Parece como si súbitamente fuera un forastero de los que no encaja en la nueva realidad económica y por ello se ve obligado a estibar en los muelles, a pelear lesionado, a solicitar ayuda oficial. Pero además es un Gigante de esos que ya hablé una vez, alguien que sabe levantarse de sus numerosas caídas y que tuvo todo el tiempo colosales muestras de Coraje. Su nombre merece estar al lado de Jesse Owens, Abebe Bikila y los demás héroes deportivos que inspiran con su determinación a la humanidad entera.
Inspiradora, por ejemplo, para los miles de desempleados de los años 30 que ven cómo alguien resurge del olvido para triunfar, justamente como sueñan que suceda en ellos mismos y en toda la nación. Inspiradora para muchos boxeadores que vinieron luego y para deportistas de tras disciplinas. Inspiradora para todos los que se volvieron forasteros contra su voluntad y luchan por dejar de serlo. Al final, con el título en la mano, los años duros se ven solamente como un condimento que le da mejor sabor a la victoria.
Si me hubieran dicho "Vamos a ver una película sobre un boxeador", rápidamente habría previsto la trama: Tome un muchacho pobre de buen corazón que lucha para salir adelante y vencer las dificultades y a quien de repente se le aparece la oportunidad de pelear por el campeonato mundial (o alguna gloria menor) contra el peleador más malo y despiadado que ha dado la historia. Al final gana contra todos los pronósticos, no sin antes sentirse al borde de la derrota o de la muerte y verse insprado por las palabras y las lágrimas de su hermanita menor, sus hijos, su novia, etc. También hace parte de este chasís el entrenador-maestro y alguna situación política, económica, disciplinaria o criminal que arrincone al héroe contra las cuerdas. Añada tres o cuatro personajes estereotipo más (El magnate de las luchas, el amigo que no pelea, dos o tres víctimas anteriores del malévolo rival...), Decore con una escena de sexo o una escena sensiblera y llorona (según su preferencia), cocine durante 100-120 minutos y sirva ese bodrio que alguien se lo tragará.
Efectivamente, todas esos ingredientes están presentes en la Película Cinderella Man, y sin embargo no quedé con la sensación de haberme aburrido por un guión predecible porque, precisamente, es una historia real, y cuando es real los clichés dejan de serlo. Al comienzo de la película se cita un comentario que dice No existe en toda la historia del boxeo una biografía tan inspiradora y emotiva como la de James J. Braddock, y esta aclaración nos borra el prejuicio aquel que me hizo escribir el segundo Párrafo.
Cuando uno busca un poco más, se da cuenta de que James Braddock es una de las grandes leyendas del boxeo mundial (Aqui nunca ha habido la afición fervorosa de los EEUU), tiene su Sitio Oficial en el que puede verse la documentación gráfica, las estadísticas y una biografía más amplaida que lo que muestra la película. James Braddock es, efectivamente, el muchacho pobre que busca salir adelante con el boxeo en medio de los años duros de la gran depresión. Parece como si súbitamente fuera un forastero de los que no encaja en la nueva realidad económica y por ello se ve obligado a estibar en los muelles, a pelear lesionado, a solicitar ayuda oficial. Pero además es un Gigante de esos que ya hablé una vez, alguien que sabe levantarse de sus numerosas caídas y que tuvo todo el tiempo colosales muestras de Coraje. Su nombre merece estar al lado de Jesse Owens, Abebe Bikila y los demás héroes deportivos que inspiran con su determinación a la humanidad entera.
Inspiradora, por ejemplo, para los miles de desempleados de los años 30 que ven cómo alguien resurge del olvido para triunfar, justamente como sueñan que suceda en ellos mismos y en toda la nación. Inspiradora para muchos boxeadores que vinieron luego y para deportistas de tras disciplinas. Inspiradora para todos los que se volvieron forasteros contra su voluntad y luchan por dejar de serlo. Al final, con el título en la mano, los años duros se ven solamente como un condimento que le da mejor sabor a la victoria.
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