sábado, 12 de mayo de 2007

Dersu Uzala


Hace tiempo quería hablar de algunos forasteros que la literatura, la música o el cine me permiten conocer. Los traeré con regularidad siempre que se pueda. Anoche conocí a Dersú, un cazador de la taiga siberiana que por casualidad resulta sirviendo de guía a un grupo de exploradores militares.

Quizá sea raro pensar en Dersú como un forastero si nunca salió de la taiga, pero andar viajando no es la única manera de ser Uno. Dersú conoce la taiga mejor que nadie, conoce sus habitantes, caminos y secretos, y sabe leer la historia que cuentan las huellas del camino. Su vejez y su incipiente ceguera lo obligan a aceptar la hospitalidad del capitan explorador y pasa una temporada en la ciudad, en donde se siente por completo un forastero de los que no encajan. No entiende la ley, no entiende el comercio. Al final decide regresar a las montañas.

Lo que más sobresale en su personalidad es su sentido de respeto, amistad y solidaridad, aún con animales, seres inanimados o personas desconocidas (En una parte, Dersú se pone a reparar una vieja cabaña para que la pueda usar alguien que llegue después, y sugiere que se le deje algo de arroz y sal para que ese desconocido pueda comer). Dersú se hace querer muy fácilmente por la tropa, todos respetan su opinión y sugerencias, y se entristecen bastante cuando deciden separarse

No hay reproche de ningun tipo, más bien un enorme sentimiento de gratitud por haber tenido la suerte de haberlo tenido cerca, los mejores deseos para el futuro y la esperanza de volverse a ver. La separación no significa que nunca hubo amor ni respeto, significa simplemente que los caminos se separan. Fue bueno haberlo andado juntos, pero desde el comienzo se sabía que no eran los mismos, solo que compartían un tramo. Dersú se aleja sonriente, el capitán también.

La escena más emotiva es quizá el reencuentro de los amigos, que tratan de abrazarse pero un arbol caído se los impide. Cuando un forastero se va, no significa que no quiera volverte a ver, sólo que no puede asegurar cuándo sucedera eso. Dersú regresa y todo se vuelve motivos para sonreir. Dersú se va a vivir a la ciudad pero no logra encajar y al final hay otra separación.

Muchos habrá que ven en la primera separación un fraude a los lazos afectivos construidos, y en esta segunda separación una total ingratitud y desprecio por la hospitalidad del capitan o la amistad de su familia. Rechazar una cómoda casa, calientita, bien ambientada, por irse de regreso a las montañas agrestes puede parecer un despropósito, una descortesía, ganas de desbaratar todo un armazón de buenos sentimientos y amistad.

Dersú es un Forastero, mal haría el capitán en hacerlo cambiar para que recibiera sus muestras de afecto y gratitud. Si Dersú las rechaza no es por descortés, si Dersú le resta importancia a la enorme gratitud del Capitán no es por arrogancia, si se separan no es porque la amistad sea débil. Qué bueno que el capitán lo entendió (ahora tendrá que explicárselo a su hijo), qué bueno que Dersú fue comprendido. Qué bueno que hubiera más personas como ese capitán, que no censuran al forastero ni a sus decisiones, que no se molestan si el camino los separa o se rechaza la hospitalidad, que entienden que su lugar no está junto a la chimenea, aburrido y triste sino afuera, aunqe haga frío.

Monumental, Kurosawa. Ahí te va un brindis por Dersú

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola de nuevo!Apenas me acuerdo de la película porque la vi hace muchos años,lo que sí recuerdo es lo emocionada que la vi(sin llorar,¿eh? que yo nunca lloro...ejem).
Totalmente de acuerdo contigo en lo que dices,y lo extrapolo a muchas cosas más.Hay gente que siempre ve en las decisiones de los demás sobre su propia vida ofensas a sí mismo o a la sociedad y las entienden como egoísmo.Si decidir sobre tu propia vida es egoísmo creo que no entiendo nada.Porque además,siguiendo esa lógica:si yo hago lo que quiere el otro,el otro lo que quiere el de más allá y el de más allá lo que quiero yo,al final lo que queda es tres personas insatisfechas e infelices.Eso sí, muuuuuy generosas (irónicamente hablando,porque eso me parece generosidad mal entendida)
¡Glups,que rollo!

El Forastero dijo...

Qué rollo, Angela

Lo bueno del asunto es que siempre hay un capitán que entiende que la separación no es ingratitud, que no trata de atrapar a toda costa a los demás, solo porque pueda mostrar verdadero afecto.

Gracias por regresar, Angela.