sábado, 4 de agosto de 2007

Forastero Aprendiz

quisiera un momento olvidar el dolor
que pasen las penas y sentirme feliz
al lado de mi hermano
con quien he batallado
para poder vivir
"Mi hermano y yo" - Los hermanos Zuleta
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El ocurro de la semana es uno de esos que pone la sonrisa a trabajar y manda mis malas noticias a que se despedacen como mejor les plazca y dejen de meterse en lo que no les importa, es la noticia precisa para andar todo el día con la cosquillita de hacer muchas cosas y hacer que los demás sonrían.

Cuando se es un forastero se toman decisiones que a otros parecen absurdas, a veces se hace mucho daño sin que esa sea la intención y el desapego puede causar mucho dolor, a veces esto de no encajar puede desconsolar lo suficiente como para que a la sonrisa le dé dolor de espalda. Sin embargo, el forastero suele pensar que son males menores, porque al final las decisiones son las correctas y lo que viene como ganancia compensa mucho más desconsuelo del que nos toca tragar. Pero esta postura deja de ser absoluta y convincente en casos como el ocurro de este mes.

Mi hermano Daniel se escabulló de su grupo de excursión y no hizo el viaje de regreso. En lugar de eso vino a mi casa y decidió quedarse un mes lejos de sus amigos, su vida actual y ya comienza a experimentar esto de ser un forastero, aunque muchas variables estén controladas para que el cambio no sea intempestivo y del taponazo no le quede el morado ni el dolor. Me entran ganas de enseñarle muchas cosas y entonces me surge la pregunta: "¿Realmente quisiera enseñarle a ser un forastero?" o mejor, "de todo lo que significa ser un forastero, ¿Qué debo enseñarle y qué debo evitar?"

Me extrañó mucho sentir que no quería mostrarle todo, como si quisiera evitarle las malas noticias que trae consigo el ser forastero. Pero también quiero prepararlo para cuando dé el paso de cambiar de ciudad para ir a la universidad, porque habrá momentos en que sentirá que no encaja, en que el desapego será una ventaja enorme frente a quienes no lo tienen, que va a hartarse y debe saberlo manejar, que a veces largarse es la mejor decisión, que el mundo está lleno de keikes y debe aprender a no esperar de ellos más de lo que vienen a ofrecer, que caer es fácil y debe aprender la parte dificil, que no se puede medir el coraje y que muchas veces regresar es la mejor parte de forasterear.

Entonces ando de maestro forastero y tengo un aprendiz. Quisiera en este mes enseñarle un montón de cosas, pero no quiero que me pase como al que mucho abarca. Por lo pronto hacemos solo el precalentamiento con PIMSLEUR y otras enseñanzas menores.

El ocurro de la semana me tiene a los brincos dando medialunas, aprendiendo italiano, nadando más de la cuenta y más parlanchín que de costumbre. De paso aprovecho para rejuvenecerme, volver a ver muchas cosas (el mar, por ejemplo) con sus ojos de 16 años y aprender de las tantas cosas que mi hermano tiene para enseñarme. Será un mes espléndido y dolerá mucho cuando se acabe. Solo entonces sabremos si vale la pena aprender del desapego. De dos males, escoger el menor, ¿pero cual es?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y a dar?
No le va a enseñar a dar?

El Forastero dijo...

Eso ya lo sabe hacer bien. él debería enseñarme a mí